​Rendimiento Corporativo: 
¿Qué tiene que ver la cultura con todo esto?

Un insight de Taligens

​Las dificultades cotidianas para mantener a las personas comprometidas y con propósito se han intensificado con el COVID-19.

​Durante el último año, todas las organizaciones —incluidas las familias— han enfrentado desafíos sin precedentes provocados por la pandemia del coronavirus y sus consecuencias. Mantener a las personas conectadas con la organización, con sus líderes y entre ellas mismas se convirtió en un esfuerzo prioritario. Muchos empleados tuvieron que adoptar prácticas de trabajo virtual para resolver problemas que antes se abordaban de manera informal en persona, mientras que otros continuaron realizando tareas esenciales que requerían presencia física, ya sea en las instalaciones o en ubicaciones de clientes. Los empleados han visto cómo algunos de sus colegas eran suspendidos temporalmente, y muchos clientes no lograron sobrevivir. Las órdenes de compra disminuyeron o se detuvieron, interrumpiendo relaciones de manera temporal.

Las dificultades cotidianas para mantener a las personas comprometidas y con un propósito claro se han agravado.

​En muchos casos, las conexiones de confianza se rompieron, y la dependencia por parte de líderes y gerentes de tecnologías poco utilizadas —como las reuniones virtuales con decenas de personas— resultó ser menos efectiva de lo esperado.

En medio de estos nuevos desafíos, los problemas de desempeño a nivel corporativo, de unidades de negocio o de equipos son una constante para líderes y gerentes. Algunos pueden anticiparse, o al menos resultan familiares: 1) Nuevos competidores que irrumpen en el mercado
Pérdida inesperada de talento clave, ya sea por la competencia o por emprendimientos propios, 2) Necesidad de un nuevo mix de talentos, 3) Reorganización para responder a nuevas demandas estratégicas, 4) Rebranding de productos para adaptarse a los cambios del mercado. 

Siempre que el rendimiento o la productividad disminuyen —o necesitan mejorar—, las respuestas suelen ser difíciles o dolorosas.

​La pandemia ha obligado a los líderes a plantearse nuevas preguntas sobre cómo mantener una cultura corporativa comprometida y de alto desempeño:

  • ​¿Qué necesitan ver y escuchar nuestros colaboradores de parte nuestra como líderes para seguir confiando en nosotros cuando sus rutinas laborales cambian radicalmente? Los miembros del equipo que estaban acostumbrados a trabajar en la oficina necesitan claridad sobre las nuevas rutinas esperadas y acceso a la tecnología necesaria para continuar su trabajo como si estuvieran en sitio. Los gerentes pueden usar eficazmente plataformas como Zoom para personalizar sus conversaciones, pero deben involucrarse en una comunicación auténtica y empática para ofrecer la tranquilidad necesaria sobre el futuro inmediato de las operaciones. 
  • ¿Cómo pueden las organizaciones desarrollar rápidamente nuevas habilidades en su fuerza laboral frente a una amenaza externa imprevista como la pandemia? Personas acostumbradas a trabajar en entornos colaborativos, con colegas cerca o fácilmente accesibles, pueden sentirse ansiosas al verse forzadas a trabajar de forma remota. Las empresas bien gestionadas normalmente tienen tiempo para analizar el panorama competitivo y evaluar las capacidades de su fuerza laboral. La pandemia obligó a líderes y gerentes a identificar y priorizar equipos que necesitaban acceso inmediato a formación, aunque ellos mismos tuvieron que adoptar nuevas prácticas de colaboración para lograrlo. Contar con una cultura sólida de confianza facilitó enormemente este proceso.
  • ​¿Qué tecnologías y apoyo emocional necesitan los empleados para trabajar virtualmente si nunca lo han hecho antes? El llamado “management by walking around” incluye tanto conversaciones planificadas como espontáneas sobre retos, descubrimientos y oportunidades con los empleados en un entorno presencial. Aunque puede ser difícil replicar este tipo de interacción mediante videollamadas, los gerentes pueden hacerse más disponibles para conversaciones informales, responder preguntas, ofrecer dirección y brindar apoyo emocional. 
  • ¿Cómo pueden nuestros empleados seguir conectados con clientes y proveedores que podrían tener que suspender operaciones por largos períodos? Es esencial que los empleados comprendan que las relaciones actuales con los clientes requerirán más comunicación y atención que nunca, especialmente con aquellos que dependen en gran medida de tu empresa para su sustento. A pesar de la incertidumbre sobre el rumbo de la pandemia y el momento en que llegará una nueva normalidad, mantener relaciones sólidas y activas puede generar una confianza aún más profunda entre la empresa, los clientes y los proveedores. Los gerentes deben dejar claro que las conversaciones más frecuentes con clientes y proveedores serán la nueva norma.

​Incluso cuando los efectos de la pandemia comiencen a disminuir —a medida que aumentan las tasas de vacunación y se despliegan tratamientos más eficaces—, los planes de gestión de riesgo y crisis deben seguir siendo revaluados, y los líderes deben comunicar con claridad a gerentes y empleados cuán preparados están para enfrentar futuras crisis.

 Las organizaciones con una cultura sólida basada en la confianza están mejor posicionadas para hacerlo. Cuando las personas se sienten amenazadas o perciben su futuro en peligro, suelen surgir problemas de confianza, en algunos casos por primera vez. La falta de control sobre aspectos que antes se daban por sentados puede hacer que las personas se retraigan, se aíslen y abandonen la confianza que se había construido con el tiempo. 

Si algo nos ha enseñado el último año —y más—, es que: la confianza es esencial, pero también es frágil. Los líderes y sus organizaciones deben desarrollar y mantener habilidades para construir y cultivar la confianza, especialmente en circunstancias difíciles y excepcionales como las que enfrentamos hoy. Estas habilidades incluyen:

  • ​Escuchar con atención el lenguaje que revela malestar o incomodidad dentro de una unidad de negocio, equipo o empresa. 
  • Reconocer que la desconfianza a menudo surge de problemas en la comunicación. 
  • Capacitar a los empleados para que ayuden a los clientes a expresar sus preocupaciones. 
  • Implementar técnicas para que los empleados compartan sus habilidades entre ellos.

​Los líderes y sus organizaciones deben desarrollar y mantener las habilidades necesarias para construir y nutrir la confianza.

​Además de la observación y la escucha activa, los líderes deben estar preparados para actuar cuando sea necesario, sin generar interrupciones.

 Deben saber cultivar entornos de apertura, curiosidad, compromiso y confianza, y aprender a comunicarse de forma que construya confianza al tiempo que impulsa resultados organizacionales o de programas. Cada miembro del equipo debería verse a sí mismo como un líder en la construcción y el mantenimiento de la confianza.
Una vez que se desarrollan estas nuevas habilidades, es responsabilidad de todos reconocer los desafíos y cambios en la cultura de la confianza. 

Lograr esto —hacer que todos piensen como líderes cuando se trata de comprender el poder de la confianza para facilitar el éxito organizacional— implica que los líderes deben comprometerse a confiar en los demás y en sus equipos. Y eso puede requerir reimaginar el rol del liderazgo. 

​En Taligens, ayudamos a nuestros clientes a imaginar y construir futuros inspiradores al reconectar a las personas con el sentido de su trabajo. 

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